Vargas Llosa, sobre el estilo de Borges y de Gabo
Sobre Borges:
El estilo borgeano se adecua y funde con esa temática en alineación indivisible… con ese lenguaje inteligente e irónico, de matemática precisión -ninguna palabra falta, niguna sobra-, de fría elegancia y aristocráticos desplantes, que privilegia el intelecto y el conocimiento sobre las emociones y los sentidos, juega con la erudición, hace del alarde una técnica, elude toda forma de sentimentalismo e ignora el cuerpo y la sensualidad (o los divisa, lejanísimos, como manifestaciones inferiores de la existencia humana) y se humaniza gracias a la sutil ironía, fresca brisa que aligera la complejidad de los razonamientos, laberintos intelectuales o barrocas construcciones que son casi siempre los temas de sus historias.
Sobre García Márquez:
A diferencia del de Borges, su estilo no es sobrio sino abundante, y nada intelectualizado, más bien sensorial y sensual, de estirpe clásica por su casticismo y corrección, pero no envarado ni arcaizante, más bien abierto a la asimilación de dichos y expresiones populares y a neologismos y extranjerismos, de rica musicalidad y limpieza conceptual, exento de complicaciones o retruécanos intelectuales. Calor, sabor, música, todas las texturas de la percepción y los apetitos del cuerpo se expresan en él con naturalidad, sin remilgos y con la misma libertad respira en él la fantasía, proyectándose sin trabas hacia lo extraordinario.
Mario Vargas LLosa en Cartas a un joven novelista, editorial Alfaguara.
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Sobre la ficción
Bajo su apariencia inofensiva, inventar ficciones es una manera de ejercer la libertad y de querellarse contra los que -religiosos o laicos- quisieran abolirla.
Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista.
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