El huipil de Beatriz y la Ciudad
“Soy el único que puede detener a Beatriz, solo yo sé cómo hacerlo. Solo yo puedo salvar a la ciudad”, escuché decir muy convencido a Porfirio Muñoz Ledo a las afueras de un hotel dominicano hace menos de dos meses, mientras con una mano sostenía una copa y con la otra lanzaba piquetes de dedo a la panza de un joven legislador.
Así como en la política nacional parece haber ese sentimiento de inevitabilidad compartido: ahí viene de regreso el PRI, peinado con el copete de Enrique Peña Nieto y nada podrá detenerlo, en la política de la Ciudad de México también se reproduce tal sentimiento: ahí viene de regreso el PRI, arropado en el huipil de Beatriz Paredes y nada podrá detenerlo (ni siquiera Porfirio).
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