Desde la explosión del activismo lésbico-gay-bisexual-transgénero (LGBT) en los 60, las plataformas electorales de los partidos políticos, principalmente de izquierda, se han abierto a las demandas de la diversidad sexual, muchas veces a regañadientes y pocas veces con coherencia. México no es la excepción.
Precisamente la defensa de los derechos de la diversidad sexual es uno de los temas que demuestra que la izquierda no es un monolito. Al respecto, en México la apertura a los temas del activismo LGBT empezó en los 80, luego de casi diez años de activismo político de grupos como el Frente de Liberación Homosexual, así como de la labor de activistas como Max Mejía y Nancy Cárdenas, bajo la guía detrás de telones de Carlos Monsiváis.
La presión de estos grupos y una división de la izquierda mexicana permitió que los extintos Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Partido Comunista Mexicano (PCM) se abrieran a la diversidad sexual e incluso se crearan grupos de apoyo LGBT a la candidatura presidencial de Rosario Ibarra de Piedra, así como que se dieran las primeras candidaturas de gays y lesbianas al Congreso en 1982.
Veinte años más tarde, en los debates presidenciales del 2000, Gilberto Rincón Gallardo fue el primer candidato presidencial en la historia de México en reivindicar los derechos de los grupos de la diversidad sexual y desde ahí ha habido avances sostenidos.
Durante el otoño del 2011, a iniciativa del periodista Beto Tavira, un grupo de activistas, académicos, periodistas y personas interesadas en los temas de la diversidad sexual nos reunimos con algunos de los actuales precandidatos a la presidencia de México. Por esos desayunos pasaron Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel, Marcelo Ebrard y Manlio Fabio Beltrones. Ernesto Cordero y Andrés Manuel López Obrador no aceptaron participar.
Por razones de espacio me concentro en los tres precandidatos que podrían ser los rivales en la elección presidencial, según las encuestas.
Las expectativas del encuentro con Vázquez Mota no eran nada altas. Después de todo, ella viene del PAN, el partido que es percibido por los activistas LGBT como un “enemigo de las causas de la diversidad sexual”. Sin embargo, en ese desayuno Vázquez Mota dialogó de manera cordial y pidió un taller sobre diversidad sexual para ella y para su equipo. No hubo un mea culpa, ni tampoco un rompimiento con su partido por su postura contraria a temas como el matrimonio gay, pero sí la promesa que de llegar a la presidencia ella no iniciaría acciones de inconstitucionalidad contra los avances de las causas LGBT en los estados. Josefina se fue del desayuno entre aplausos, pero se olvidó del taller.
De igual forma, Peña Nieto llegó al desayuno a recibir las críticas de los asistentes por la incoherencia del PRI en temas de la diversidad sexual, porque el PRI que apoyó los Pactos Civiles de Solidaridad de Coahuila en 2007 no se vio en la defensa del matrimonio gay en el 2009. Peña Nieto no se subió a la causa de la diversidad sexual. Al igual que Vázquez Mota habló de “derechos ya ganados” con respecto a los avances en Ciudad de México y también prometió no meter mano en los estados, pero no hubo más que eso.
Por su lado, López Obrador, quien no aceptó reunirse con el grupo, ha mantenido también una postura adversa a la diversidad sexual. Es cierto, en la Ciudad de México el PRD ha sido el partido que ha abanderado las causas, y los costos políticos, de los grupos LGBT, pero esto ha sido a regañadientes de AMLO. De hecho, de 2001 a 2006, López Obrador fue el obstáculo principal para la aprobación de las Sociedades de Convivencia. Siendo jefe de gobierno AMLO intentó llevar el tema a una consulta pública, misma postura que ha mantenido con respecto al tema del derecho a decidir de las mujeres.
En resumen, si López Obrador, Vázquez Mota y Peña Nieto se enfrentan en las urnas el 1 de julio, la diversidad sexual no tendrá candidat@. Es cierto, en el PRD están hoy los principales defensores de la diversidad sexual y en el PRI hay algunos temerosos aliados, al tiempo que en el PAN son pocas las voces que escuchan, pero nuestros presidenciables ignoran la historia de los debates que hemos vivido en el país en los últimos años y no han visto cómo Obama, por poner un ejemplo, tiene una sección dedica al voto LGBT en la página web de su campaña.
Con resultados electorales como el del 2006, con diferencias del voto de apenas el 0.56%, la frase de “un voto aunque sea de joto”, acuñada por la actriz Carmen Salinas durante un evento de campaña de Miguel Mancera, cobra una dimensión que aunque suene lastimosa y homofóbica, es un consejo relevante para los presidenciables.
*Publicado originalmente el 17 de enero del 2012 en la sección de Opinión del Grupo Reforma.
Gran articulo, supongo que es bueno saber que al menos no trataran activamente de luchar contra los derechos de la comunidad LGBT.
A mi me parece que ver a la comunidad LGBT como “target” politicamente es inadecuado, no se trata de votar por quíen vela por los derechos sociales y mas especificamente del grupo LGBT si no por quien vela por los intereses de la población en general.
El hecho de que nos vean e inclusive nos veamos a nosotros mismos como una parte “aparte” de la sociedad y no como parte de la población es volver a edificar una barda que nos ha tomado tiempo tirar, el “voto aunque sea de joto” debería ser simplente un voto.
El voto LGBT no debe estar canalizado hacía una sola dirección y mucho menos motivados por acciones que nos benefician como personas homosexuales si no como (simplemente) personas.
Como LGBT somos un grupo que luchamos por la igualdad y por nuestros derechos civiles pero como personas somos políticamente individuales como en otros aspectos de nuestras vidas, a mi me parece que para votar hay que ver a los candidatos desde una perspectiva mucho mas amplia que nos permita valorarlos sobre un punto de vista de comunidad en general y no comunidad LGBT.