¿Cómo se hace una encuesta electoral?

Alejandro Moreno

Cuando hay elecciones, los estudios que miden las opiniones y las preferencias de los votantes se hacen y se publican con regularidad, formando una parte importante del ambiente electoral. Las encuestas proveen información que permite saber, entre otras cosas, el grado de apoyo con el que cuentan los candidatos o fuerzas políticas en una contienda electoral, cuáles son las bases sociales de su apoyo político y cuáles son los temas y asuntos que preocupan a los electores de frente a una elección. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo se hacen las encuestas?

 

Los datos que se publican de una encuesta son el producto terminado de todo un proceso que inicia con la definición de los objetivos del estudio: cuál es su propósito, cuál es la población de interés y cuál es el tema o temas que se busca investigar. El propósito de una encuesta preelectoral es conocer la intención de voto de los electores en un momento dado. Para esto se le plantea a un grupo (o muestra) de electores la siguiente pregunta: “Si hoy fueran las elecciones, ¿por quién votaría usted?”. También se pueden preguntar otras opiniones y registrar algunas características personales de los votantes que ayuden a entender mejor su inclinación política, o si piensan o no acudir a votar el día de la elección.

 

Las entrevistas se pueden hacer de diversas maneras, ya sea cara a cara, por teléfono o por alguna otra modalidad. La mayoría de las encuestas electorales en México se realizan cara a cara para tener una mayor cobertura poblacional. Las personas que participan en la encuesta electoral deben cumplir con criterios de elegibilidad, como contar con su credencial para votar vigente.

 

El grupo al que se le formulan las preguntas debe ser seleccionado siguiendo técnicas de muestreo, preferentemente probabilísticas (lo cual quiere decir que la probabilidad de selección de cada persona es conocida y mayor a cero). En México, las encuestas seleccionan una muestra de electores a partir de la información acerca del electorado nacional que el IFE hace pública (por ejemplo, el listado de las secciones electorales en las que está compuesto el País o cada estado de la República, sus direcciones, sus características geográficas o políticas, la cartografía o mapas correspondientes, así como las características de los electores que viven en ellas, como las proporciones de sexo y edad).

 

En una encuesta nacional, el número de secciones seleccionadas (o puntos de entrevista) y el número de entrevistas varía dependiendo del diseño, los recursos, la dispersión deseada o la valoración de los investigadores, entre otros aspectos. Convencionalmente, una encuesta cuenta con unos 100 puntos y se hacen entre 10 y 15 entrevistas por punto que arrojan un total de mil a mil quinientas personas entrevistadas. Para elegirlas se sigue un muestreo en múltiples etapas: Primero se seleccionan los puntos o secciones electorales de manera aleatoria, muchas veces estratificando por algún criterio como la población urbana o rural. Posteriormente, en cada sección se seleccionan manzanas, en cada manzana se seleccionan hogares y en cada hogar se selecciona generalmente a un entrevistado. La selección en toda etapa emplea la aleatoriedad pero también es usual emplear cuotas de sexo y edad en la etapa final para mantener la proporcionalidad poblacional acorde a esas características.

 

Si un entrevistado no puede ser contactado (debido a que no está en su casa al momento de la encuesta o durante las revisitas que se hacen), o si expresamente rechaza responder o participar en la encuesta, el encuestador debe registrar esa información para que se publique junto con los resultados del estudio, ya que la tasa de respuesta y cooperación obtenidas ayudan valorar la confiabilidad de la muestra.

 

Si en la encuesta se entrevista a unas mil personas, con ese número se puede tener un estimador de las preferencias con un error muestral de más menos 3 por ciento a un nivel de confianza de 95 por ciento. Esto quiere decir que el parámetro poblacional estará dentro de un intervalo de 3 puntos más o 3 puntos menos respecto del estimador de la encuesta. A esto se le llama el “margen de error” de la encuesta y éste varía dependiendo del tamaño de la muestra.

 

Sin embargo, el error muestral es tan sólo uno de los múltiples posibles errores que puede tener una encuesta. Otras fuentes de error no muestral incluyen el fraseo y el orden de las preguntas, la apariencia y el trato del encuestador, o el contexto en el que se lleva a cabo la entrevista. La realización de una encuesta debe procurar, desde su diseño, minimizar el error de tipo no muestral, lo cual requiere un buen diseño de cuestionario pero también que los encuestadores estén bien capacitados y supervisados para llevar a cabo las entrevistas, y bien acreditados con alguna credencial o carta que los avale como parte de una organización seria de encuestas. Además, se busca que las entrevistas se lleven a cabo en un contexto cordial y de confianza en el que la persona entrevistada sienta que puede expresar sus opiniones y puntos de vista con la mayor libertad posible. Para ello se les garantiza que sus respuestas serán tratadas de manera confidencial y sólo para los propósitos estadísticos del ejercicio.

 

Es por ello que muchas encuestas preelectorales emplean el uso de una boleta simulada similar a la que se usará el día de la elección, en la cual se les pide a los entrevistados que marquen su preferencia, que la doblen y que la depositen en una urna simulada como si estuvieran votando de verdad. Este método de boleta y urna mantiene el voto secreto y permite dar una mayor confianza a los entrevistados para manifestar su preferencia sin ninguna presión. La boleta suele especificar que no es una boleta oficial y que solamente es utilizada para los propósitos de la encuesta.

 

Pero la encuesta no concluye con la obtención de la muestra y con la aplicación de las entrevistas. Le sigue un proceso de validación, de captura y de procesamiento de la información. Las respuestas se organizan en una matriz o base de datos que permita obtener porcentajes y estadísticas, así como hacer análisis. En la publicación de una encuesta también hay un trabajo editorial: determinar cuál es el dato más noticioso o relevante, qué historia cuenta, cómo se pueden presentar los resultados con mayor claridad, entre otros. Los aspectos metodológicos de la encuesta deben ser publicados junto con los resultados para ofrecer elementos acerca de su rigor y confiabilidad.

 

Desde su diseño hasta su publicación, la encuesta está regida por normas y estándares tanto científicos como éticos. En la profesión de encuestas hay códigos de ética (desarrollados por diversas asociaciones como AAPOR, WAPOR o ESOMAR) que establecen cuáles son las buenas prácticas y los aspectos de transparencia en la divulgación de resultados. En cada elección, el IFE también hace público un acuerdo que regula la realización y publicación de encuestas, en el cual se requiere a quien ordene la publicación de una encuesta a entregar un reporte detallado de sus metodologías al propio Instituto. Estos aspectos van desde saber quién pagó y quién realizó la encuesta, hasta los detalles más minuciosos de la metodología y las técnicas empleadas en la estimación.

 

La realización y publicación de encuestas conlleva una gran responsabilidad. La información puede auxiliar a los equipos de campaña a tomar decisiones y a definir estrategias; a los periodistas y columnistas a complementar su cobertura informativa e interpretación del proceso electoral; y a los electores en general a tener información acerca de lo que opinan otros electores. Al final, la encuesta es un reflejo de las opiniones y del estado de ánimo de la gente en un momento dado. Cuando veas la publicación de una encuesta preelectoral piensa en todo lo que hay debajo de la punta del iceberg que son sus resultados. Y no olvides que una encuesta sólida y confiable es una encuesta que se hace y se da a conocer con rigor metodológico y ético.

 

 

Nota: Alejandro Moreno coordina el departamento de encuestas de opinión pública de REFORMA.