Por El País.
Llega a las librerías españolas la edición bilingüe de las canciones del autor e ilustrador británico Edward Lear.
Su transgresión del sentido convencional y de la sintaxis, su inagotable invención de palabras y la primacía de la musicalidad sobre la lógica obligan a aproximarse a su lectura con una predisposición infantil o con conocimiento de causa. Esta circunstancia ha hecho más compleja la labor de traducción de las canciones a la que se ha enfrentado Óscar Mariscal en el libro que llega esta semana a las librerías. “Tenía que elegir entre el respeto a la métrica y la rima o a la literalidad. Opté por las primeras porque eran claves en la obra”, comenta Mariscal.
El traductor destaca que los limericks de Lear se han reeditado constantemente, pero que sus canciones, acompañadas en esta ocasión de las ilustraciones del propio autor y las de Leonard Leslie Brooke, nunca habían visto la luz juntas en español, salvo algunas concretas como El búho y la gatita o Los jumblies.
En esta edición se incluyen 16 canciones, todas con su versión original en inglés, así como dos prólogos; uno de Edward Strachey, que compartió con el autor una estancia en San Remo seis años antes de su muerte, y del propio Lear, que relató su vida a partir de dos cartas autobiográficas.
Influencias
La influencia de este autor del absurdo fue clave para Lewis Carroll, autor de las dos inmortales obras del mundo de Alicia (En el país de las maravillas y A través del espejo) así como de poemas del sinsentido que han marcado a generaciones posteriores. Es esta influencia la que algunos autores vislumbran en elSubmarino amarillo de los Beatles, en los dibujos de John Lennon y en otras obras de este grupo como Lucy in the sky with diamonds. También atribuye el traductor de la obra de Lear canciones como The gnome (El gnomo), de Pink Floyd.
Las relaciones con el movimiento prerrafaelista, coetáneo a Lear, son evidentes, ya que el autor se consideró sobrino de esta tendencia artística y literaria británica que abogó por el rechazo a los cánones de belleza posteriores al pintor y arquitecto renacentista Rafael Sanzio. Los “tíos” del autor del sinsentido reclamaban la vuelta a la tradición más ingenua y simple.
Gilbert K. Chesterton vinculó las rimas de Lear con “aquello que evoca más a fondo la infancia permanente del mundo”. Es con esta clave con la que hay que entender la obra del autor y de Carroll, donde la infancia es protagonista, señala el traductor.
LEAR DIBUJANTE
Edward Lear destacó tanto por su faceta como escritor de poemas y canciones como por su labor como dibujante, a la que trasladó su concepto del nonsense. El propio autor describe en una carta autobiográfica cómo empieza a crear ilustraciones “por el pan y el queso” en 1827, con solo 15 años. Cobraba entre cuatro chelines y nueve peniques por estampas, biombos y abanicos. Cinco años después, ya empleado por la Sociedad Zoológica, publica The family of the Psittacidae, el primer volumen de dibujos de aves a color, y comienza Indian Pheasant.
Entre 1832 y 1836, con la salud muy debilitada, trabaja para el conde de Derby y otros nobles naturalistas. A mediados de su vida se adentra en el óleo y en paisajes (Rome and its environs), hasta que se convierte temporalmente en profesor de la reina Victoria de Inglaterra.
Buscando siempre entornos que no le agravaran su salud, viaja por Italia, Malta,Grecia, Egipto y otros países del Mediterráneo. En 1846 se publica el primer Book of nonsense del que llega a exagerar afirmando que se hicieron 16.000 ediciones. “¡Oh, sacrificio!”, ironiza.