Encuestas: las lecciones de 2016

Lorena Becerra

Las elecciones del 5 de junio representan una nueva lección para las encuestas. Grupo REFORMA –que patrocina la totalidad de sus estudios de opinión– decidió realizar levantamientos en cuatro entidades basándose en dos criterios: el tamaño del electorado que concentran y el atractivo de la contienda. Se levantaron dos encuestas preelectorales en el estado de Veracruz –al arranque y cerca del cierre de la campaña–, y una en Puebla, Oaxaca y Chihuahua, según el orden de publicación. Éste es un análisis de las mediciones publicadas y una reflexión de la experiencia que deja este proceso electoral.

En épocas recientes se ha discutido la función y veracidad de las encuestas preelectorales, así como la necesidad de regularlas y transparentar sus metodologías y fuentes de financiamiento. Sin embargo, persiste el debate sobre la manera en que estas mediciones deben ser evaluadas y si representan un pronóstico o una fotografía del momento. La responsabilidad asociada a la publicación de encuestas preelectorales debe acompañarse de una evaluación de las mismas, que implique el reconocimiento de que estos ejercicios demoscópicos sí pretenden presentar un panorama de la contienda.

Tres de las cuatro encuestas de Grupo REFORMA fueron precisas en sus estimaciones, utilizando como criterio de evaluación el promedio total de las diferencias de cada candidato contra la votación obtenida según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) de cada entidad. No se consideran votos nulos ni candidatos no registrados, es decir, se utilizan resultados efectivos para efectos de comparación. Asimismo, se incluyen los resultados de las principales casas encuestadoras y medios de comunicación publicados en mayo.

Destaca la estimación del panorama en Oaxaca, la más cercana al resultado final en relación con el resto de las encuestas y también la más certera de las encuestas de Grupo REFORMA. La disputa en esta entidad fue particularmente compleja por la fragmentación que sufrió la izquierda, dada la presencia de Morena y la ruptura que provocó la selección del candidato de la alianza PRD-PAN, José Antonio Estefan, que derivó en la candidatura de Benjamín Robles por el PT. El priista Alejandro Murat resultó beneficiado por esta división y por la baja aprobación del gobernador Gabino Cué (30 por ciento).

 

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Puebla fue la única de las 12 entidades con elección a gobernador en la que todas las encuestas coincidían en el candidato ganador y, además, acertaron. La elección en esta entidad fue una contienda bipartidista PAN-PRI. Los candidatos del PRD, Morena y la candidata independiente no alcanzaron la presencia que sí lograron otras terceras fuerzas en Oaxaca, Veracruz o Chihuahua.

 

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El caso contrario fue Chihuahua, donde todas las encuestas señalaban al priista Enrique Serrano como puntero. Al final, el panista Javier Corral ganó con una ventaja de 9 puntos porcentuales. La subestimación de Corral puede deberse a factores que van desde el fenómeno de voto oculto hasta un cambio radical en las preferencias durante las dos semanas previas a los comicios. La posibilidad de un voto útil, o de la coordinación de los votantes anti-PRI puede descartarse, ya que el voto por el candidato independiente, José Luis Chacho Barraza, se comportó conforme a lo anticipado.

 

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Por último, en Veracruz se vivió una de las contiendas más complejas. La encuesta de Grupo REFORMA, publicada a finales de abril, fue la primera en detectar la fuerte presencia del candidato de Morena, Cuitláhuac García, así como el empate entre los Yunes. Las dos encuestas de este diario acertaron en el orden en el que al final se posicionaron los tres punteros: Miguel Ángel Yunes, Héctor Yunes y Cuitláhuac García. Esta elección fue marcada por la baja aprobación histórica del gobernador Javier Duarte (11 por ciento) y por el tono de la pugna entre ambos Yunes, que pudieron haber beneficiado a Morena.

 

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El panorama electoral en México se ha tornado cada vez más complejo y, por ende, más difícil de medir. Más allá de lo perfectible de las metodologías, existen condiciones que afectan el levantamiento de una encuesta. Por un lado, las tasas de rechazo a las entrevistas han aumentado, debido a que la población se ha vuelto cada vez más resistente a responder encuestas y más desconfiada por motivos de seguridad. Por otro lado, el electorado es más dinámico y ha ampliado sus fuentes de información. Además, existe una mayor oferta electoral, con partidos como Morena, Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y las candidaturas independientes, que suelen tener mejores resultados de lo que las encuestas anticipan.
La realidad es que persisten los problemas con la forma en que se hacen y difunden las encuestas preelectorales. Es necesario reconocer que son herramientas diseñadas para medir preferencias electorales y, como tales, se debe rendir cuentas ante los lectores sobre el desempeño de las mismas.